
Evangelio según San Juan 6,30-35.
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo».
Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo».
Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan».
Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Ir hacia el Pan de Vida
Vayan a la santa comunión cada vez que la bondad d Dios lo permite. “No me atrae para nada”, dicen. Oh, no importa, no dejen de ir. Es Dios que las llama. No hay remedio más eficaz contra las enfermedades de nuestras almas. Es con la santa comunión que tenemos que fortificarnos, a ella decir nuestras penas, ya que es ahí que está el verdadero médico que sabe los remedios convenientes. Es ahí que tenemos que ir para estudiar el amor, el sostén mutuo, la cordialidad, el ejemplo del prójimo y todas las otras virtudes que nos son necesarias. Hijas mías, vayan cuando Jesucristo las llama, no miren si son portadas por una atracción o gusto sensible. Su enemigo ensayará con todo su poder para impedir que se acerquen, con el fin de frustrar las gracias que Dios quiere darles, para hacerlas entrar en la práctica de las divinas virtudes de su Hijo.
San Vicente de Paúl (1581-1660) presbítero, fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad