Balestrero: Las escuelas tienen un papel crucial en la respuesta a las catástrofes

El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales en Ginebra, en su intervención en la mesa redonda «Escuelas seguras ahora», denunció el impacto devastador que las catástrofes naturales tienen en la vida de mil millones de niños, con consecuencias en el acceso a la nutrición, la asistencia sanitaria y la educación: «En este contexto, la Santa Sede desea subrayar la importancia del papel que desempeñan las escuelas para estos menores».

Greta Giglio – Ciudad del Vaticano Sábado 7 de junio 2025

«Las escuelas son un lugar fundamental para promover la concienciación sobre los riesgos y prepararse para la gestión de las catástrofes naturales». Así lo afirmó el arzobispo Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales en Ginebra, durante la mesa redonda “Escuelas seguras ahora”, octava reunión en el marco de la Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres que tuvo lugar del 2 al 6 de junio en la ciudad suiza.

La sensibilización funciona

El arzobispo relata el compromiso de las escuelas católicas a través del ejemplo de la Asociación de Educación Católica de Filipinas, «que ha introducido programas obligatorios de preparación ante los desastres para niños, padres, profesores y la comunidad en general». A continuación, habla de las escuelas como «jardines de responsabilidad», en los que impulsar la educación en la protección del medio ambiente mediante «comportamientos que tengan un impacto directo y significativo en la Creación, confiada por Dios al cuidado humano».

Ofrecer ayuda concreta

Las escuelas son también un centro estratégico donde la gente puede encontrar apoyo y recursos tras una catástrofe natural. «Las instituciones católicas desempeñan a menudo un papel crucial e insustituible en la respuesta a las catástrofes», subraya Balestrero, «porque proporcionan bienes esenciales como alimentos, agua, refugio y medicinas a las comunidades afectadas», como ocurrió en 2024 durante la temporada de huracanes en Centroamérica. En concreto, el arzobispo recuerda cómo tras el paso del huracán Helene, en octubre de 2024, una escuela católica de Carolina del Norte -la Immaculata Catholic School- se convirtió en un importante centro de distribución de ayuda vital para más de 1.500 familias.

Atención material y espiritual

Además de las necesidades materiales, las escuelas católicas también prestan apoyo espiritual a las personas. «Cualquier evaluación de los daños materiales debe tener en cuenta también el sufrimiento de quienes pierden a sus seres queridos a causa de las catástrofes naturales y ven aniquilados los sacrificios de toda una vida», subraya monseñor Balestrero, «y por eso la Iglesia está comprometida con la creación de escuelas seguras y compasivas, donde cada niño pueda desarrollarse con dignidad, resiliencia y esperanza».

  • Luciano Gonzalez

    Locutor- Productor- Editor

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