En el contexto de la conmemoración este 2 de noviembre de los fieles difuntos —conocida tradicionalmente en países como México como el Día de Muertos—, es habitual que las personas acudan a los cementerios para pasar tiempo junto a las tumbas de sus seres queridos. Durante estas fechas, se llevan a cabo prácticas católicas apropiadas para quienes asisten a los camposantos, así como acciones que se aconseja evitar.
En estas ocasiones es común que las familias visiten las tumbas de sus seres queridos para limpiarlas, encender veladoras, llevar alimentos, bebidas y objetos que los fallecidos disfrutaban en vida. Muchas personas también llevan flores y, en algunos casos, incluso contratan grupos musicales para rendir homenaje a sus difuntos.
La oración es más importante
El P. Vicente Eliamar Vega Carrales, responsable de la Pastoral de la Vida de la Diócesis de Saltillo, en el estado mexicano de Coahuila, señaló en entrevista con ACI Prensa que en estos días “es más importante la oración por los fieles difuntos que las expresiones sensibles”.
Respecto a las prácticas que se realizan en los cementerios, el sacerdote dijo que “son para nosotros, para nuestra sensibilidad”, pues cada uno de esos actos “no le sirve para nada al difunto”.
El presbítero mexicano explicó que, al morir, el alma de una persona “se dirige a su estado eterno”, ya sea el cielo —ocasionalmente a través del purgatorio— o el infierno. Por lo tanto, el alma “no está atenta a estos signos sensibles que los vivos seguirán haciendo”.
A pesar de esto, el P. Vega Carrales destacó el valor de visitar los restos de los seres queridos, ya que “nos ayuda a meditar en la propia muerte”, y porque “nos puede ayudar a hacer nuestra oración con mayor intensidad por los fieles difuntos”.
Para el día de los fieles difuntos, el sacerdote recomendó ofrecer Misas, oraciones, el Santo Rosario, sacrificios, limosnas y buenas obras en sufragio “por las almas de nuestros seres queridos y de todas las almas en el purgatorio”.
Esto, destacó, “es lo auténticamente cristiano y que ofrece un beneficio verdadero para los que se han muerto”.
Además, recordó que se puede obtener una indulgencia plenaria para el alma de un ser querido, familiar o amigo.
“Un espacio para expresar el dolor”
Laura Vanessa Villafán Velázquez, psicóloga asesora en el Centro de Escucha que se encuentra en la Plaza Mariana de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, compartió en el semanario Desde la Fe, de la Arquidiócesis Primada de México, que la tradición de visitar las tumbas de los fallecidos, “además de resaltar nuestra identidad como mexicanos, nos permite hacer del dolor de nuestra pérdida, algo más llevadero, e inclusive adaptativo”.
Villafán Velázquez destacó la importancia de tener “un espacio para expresar el dolor”, así como “para recordar, para confirmar la realidad de la muerte, para dar una sensación de fin a la pérdida y para permitir que la separación se convierta lentamente en una realidad”.
También indicó que esta tradición ofrece “un espacio para conectar con la vida espiritual y con la oración”.
Por esto, la experta aseguró que “es saludable no dejar de visitar a nuestros muertos en sus tumbas”, ya que esta práctica “nos permite entender la muerte, nuestras pérdidas y le dan un sentido distinto a nuestra vida”.
Finalmente, Villafán Velázquez señaló que el duelo es un proceso que varía ante cada pérdida, y que apoyarse en conmemoraciones como el Día de Muertos “son acciones que, como dolientes, nos ayudarán a mantener el recuerdo de nuestros muertos por siempre y de una manera distinta, sin dolor”.
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