San Ángel de Acri, religioso presbítero
En Acri, localidad de Calabria, beato Ángel de Acri, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que viajó por todo el reino de Nápoles predicando la Palabra de Dios en un estilo adaptado a la gente sencilla.
Angel nació en Acri, Calabria, el 19 de octubre de 1669, hijo de Francisco Falcone y Diana Enrico. Ingresó al noviciado entre los Hermanos Menores Capuchinos de Acri (Cosenza) y después de un período de perplejidad debido al temor de no poder realizar en sí los ideales de la Orden, en 1691 emitió los votos. Terminados los estudios y ordenado sacerdote, se consagró a la predicación: una predicación simple y ardiente, despojada de retórica y acompañada de milagros, que tuvo un grande y benéfico influjo especialmente entre el pueblo del campo de la Italia meridional. En recuerdo de sus misiones dadas continuamente, solía erigir un Calvario formado por tres cruces. Pero los comienzos de su apostolado fueron desalentadores. Por eso después de un primer fracaso, rogó al Señor que le diera el don de la palabra y el Señor lo bendijo.
Fue elegido ministro provincial y varias veces superior de conventos. Cuando estaba en el púlpito las ideas le venían sugeridas en abundancia como por inspiración divina. Las primeras diócesis por él evangelizadas fueron: Cosenza, Rossano, Bisignano, San Marco, Nicastro y Oppodo Lucano. Mientras predicaba en esta última ciudad apareció sobre su cabeza una estrella luminosa que fue admirada por todos los presentes. Las conversiones fueron muchas. El demonio, envidioso de estos éxitos, varias veces intentó hacerlo interrumpir las tandas de predicación.
En 1711 el Cardenal Pignatelli invitó a Angel a predicar la cuaresma en Nápoles, en la catedral. Desde el día de ceniza la iglesia estaba abarrotada. El hombre de Dios predicó con simplicidad. Los oyentes primero sonreían, pero luego, ante la santidad de su vida, la profundidad de sus palabras, los milagros que durante la cuaresma se repitieron y las numerosas conversiones, el auditorio comprendió que las predicaciones eran de un santo.
Tema de sus predicaciones eran los «novísimos» y las demás verdades de la fe. Frecuentes en su vida fueron los éxtasis; muchas veces fue visto elevado de la tierra. Mientras predicaba algunas veces aparecía rodeado de luz celestial, otras veces se vio una blanca paloma posarse sobre su cabeza. En 1739 fue asignado al convento de Acri, su región natal. Ya estaba anciano y consumido por las fatigas apostólicas y sus conciudadanos temían que muriera lejos de su país. Pero él deseaba morir en el campo de trabajo. Seis meses antes de su muerte fue atacado de ceguera. El 30 de octubre de 1739, a la edad de 70 años con los Nombres Santísimos de Jesús y de María en sus labios, expiró serenamente. Su sepulcro fue glorioso por sus milagros.
Beato Alejo Zarycky, presbítero y mártir
En la localidad de Dolinka, cerca de Karaganda, en el Kazajstán, beato Alejo Zaryckyj, presbítero y mártir, que en un régimen contrario a Dios fue deportado a un campo de concentración, y en el combate por la fe alcanzó la vida eterna.
Sacerdote de la archieparquía de Lvov de los ucranios (1912-1963).
Nació el 17 de octubre de 1912 en Bilche (región de Lvov). Recibió la ordenación sacerdotal en la archieparquía de Lvov el 7 de junio de 1936.Fue párroco en Strutyn y en Zarvanytsia.El año 1948 las autoridades lo detuvieron en Riasna Ruska (Lvov), ciudad adonde se había trasladado durante la segunda guerra mundial. Lo condenaron a ocho años de exilio en Karaganda (Kazajstán). Excarcelado el 10 de abril de 1956 gracias a una amnistía general, volvió primero a Halychyna y después a Karaganda, con el propósito de organizar las comunidades católicas clandestinas. El 9 de mayo de 1962 lo arrestaron de nuevo y lo condenaron por «vagabundo» a dos años de cárcel. Tenía 51 años cuando murió en el hospital del campo de concentración de Dolinka, el 30 de octubre de 1963.






