Evangelio del día: Miércoles de la 6a semana de Pascua

Evangelio según San Juan 16,12-15.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.»
 
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
 

San Cirilo de Jerusalén (313-350) obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia

Catequesis bautismal 16,16-32 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne, 1993) trad. sc©evangelizo.org

Iluminados por el Espíritu Santo

El Espíritu Santo actúa para el bien y la salvación. Su venida se realiza con mansedumbre y suavidad. Se percibe su presencia con esa suavidad y fragancia, y su yugo es muy ligero. Anuncian su llegada los rayos resplandecientes de luz y de ciencia. Viene con el sentir de un auténtico protector. Viene a salvar, sanar, enseñar, advertir, fortalecer, consolar e iluminar al que lo recibe y luego a todos los demás. Del mismo modo que quien estaba en tinieblas anteriormente, al mirar luego al sol recibe la luz en su ojo corporal y distingue lo que antes no veía con claridad, así es aquel que ha sido considerado digno del don del Espíritu Santo. Se ilumina su alma y ve más allá de lo humano, ve ahora lo que ignoraba. Su cuerpo está en tierra, su alma contempla los cielos como en un espejo. Como Isaías, ve “al Señor sentado en un trono excelso y elevado” (Is 6,1). Como Ezequiel, contempla al que “estaba sobre la cabeza de los querubines” (Ez 10,1). Como Daniel, ve a “miles de millares” y “miríadas de miríadas” (Dan 7,10). Aún siendo poco – por ser sólo un hombre – ve el principio y el fin del mundo, discierne el transcurso de los tiempos y sabe la sucesión de los reyes. Sabe que eso no lo ha aprendido, sino que ocurre por la presencia del verdadero dador de luz. Como hombre puede estar encerrado entre paredes, pero la fuerza de su ciencia se extiende lejos, puede ver mismo lo que otros hacen. (…) ¡Qué el Dios de la paz, los plenifique con todos los bienes espirituales y celestiales, por nuestro Señor Jesucristo y el amor del Espíritu (cf. Rom 15,30). A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

  • Luciano Gonzalez

    Locutor- Productor- Editor

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