Evangelio del día: Miércoles de la 12a semana del Tiempo Ordinario

Evangelio según San Mateo 7,15-20.

Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.
Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.
Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
 
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
 

San Juan María Vianney (1786-1859) presbítero, párroco de Ars

Sermón para el 7º Domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d’Ars, Ste Jeanne d’Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org

“Todo árbol bueno produce frutos buenos” (Mt 7,17)

Mis hermanos, Jesucristo no podía darnos pruebas más claras y ciertas para hacernos distinguir entre los buenos y malos cristianos, que al decirnos que los conoceremos no por sus palabras sino por sus obras. “Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos” (Mt 7,18). Si, mis hermanos, un cristiano que sólo tiene una falsa devoción, una virtud afectada que es únicamente externa, no puede impedir ni evitar que surjan disturbios de su corazón, ya sea en palabras o en actos. Es común esa virtud aparente, esa hipocresía. (…) Veremos en el juicio que muchos cristianos han vivido una religión según su propio capricho, humor o debilidad, y que pocos cristianos en su obrar han buscado a Dios solo. En primer lugar, podemos decir que un cristiano que quiere sinceramente trabajar a su salvación, no debe contentarse con hacer buenas obras, sino también saber por qué y cómo las hace. En segundo lugar, podemos decir que no es suficiente “parecer” virtuoso sino que hay que serlo en el corazón. Hermanos míos, me preguntarán cómo saber si una virtud es verdadera y nos conduce al cielo. Para que una virtud plazca a Dios, debe tener tres condiciones: que sea interior y perfecta, que sea humilde y sin retorno sobre sí misma, que sea constante y perseverante. Si en lo que hacen, ven esas condiciones, estén seguros que están trabajando por el cielo.

  • Luciano Gonzalez

    Locutor- Productor- Editor

    Related Posts

    Santoral: San Gregorio Grassi y Santos monjes abrahamitas

    San Gregorio Grassi La ciudad de Taiyuan, en la provincia de Shanxi, también en China, pasión de los santos mártires Gregorio Grassi y Francisco Fogolla, obispos de la Orden de…

    Evangelio del día: Martes de la 14a semana del Tiempo Ordinario

    Evangelio según San Mateo 9,32-38. En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada,…

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *