
Evangelio según San Juan 14,27-31a.
«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»
¡Qué el Espíritu de paz nos conduzca!
He aquí el bien al que el Apóstol nos invita “Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5.1). Esta breve máxima resume la puesta en obra de casi todos los mandamientos, ya que dónde se encuentra la verdadera paz no puede faltar ninguna virtud. ¿Qué quiere decir queridos hermanos, estar en paz con Dios, sino querer lo que él ordena y no desear lo que prohíbe? Las amistades humanas exigen afinidad de sentimientos y armonía de voluntades y las actitudes opuestas no pueden nunca conducir a un entendimiento. Entonces, el que se complace en lo que no agrada a Dios y encuentra sus delicias en lo que lo ofenden, no puede tener parte en la paz de Dios. No es ese el espíritu de hijos de Dios y esas actitudes no se acuerdan con la nobleza de su adopción. La raza elegida y real (cf. 1 Pe2,9) debe responder a la dignidad de su nuevo nacimiento, amar lo que ama el Padre y no estar jamás en desacuerdo con su Creador. (…) El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz. El Apóstol dijo “Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo” (Ef 2,14). Judíos o gentiles, “por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu” (Ef 2,18). ¡Qué el Espíritu de paz nos lleve y conduzca a la unidad de pensamientos y de voluntad, en la concordia de la fe, esperanza y caridad, ya que “todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Rm 8,14).
San León Magno (¿-c. 461) papa y doctor de la Iglesia