
Evangelio según San Juan 3,1-8.
Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él».
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. «
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?».
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’.
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu».
Renacer del Espíritu en el seno de la Iglesia
Existe sólo una regeneración espiritual, como existe una sola generación según la carne. Lo dicho por Nicodemo al Señor, es verdad: el hombre cuando es viejo no puede entrar en el seno de su madre para renacer. El hombre no puede hacerlo cuando es viejo, pero tampoco puede hacerlo cuando es un niño. En realidad, es absolutamente imposible retornar al seno maternal y renacer, tanto para el recién nacido como para el anciano. Lo mismo que para nuestro nacimiento carnal, el seno de nuestra madre sólo puede darnos a luz una sola vez, para el nacimiento espiritual, el seno de la Iglesia sólo puede otorgar a cada persona un único bautismo. El Señor lo explica a Nicodemo respondiendo: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5). Tienes en vista la regeneración carnal cuando preguntas: ¿Acaso puede un hombre entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer? (Jn 3,4). Es del agua y del Espíritu que hay que nacer para el Reino de Dios. Cuando se trata de la herencia temporal de un padre humano, es necesario nacer del seno de una madre. Para la herencia eterna de Dios Padre, es necesario nacer del seno de la Iglesia. Un padre que debe morir engendra por su esposa al hijo que lo sucederá. Es de la Iglesia que Dios engendra hijos destinados, no a sucederlo, sino a permanecer con él.
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia