
Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Más grande es su confianza, más recibe el alma
[Sor Faustina escuchó a Jesús decir estas palabras:] Hija mía, entre tú y yo existe un abismo infinito que separa al Creador de la criatura, pero mi misericordia llena este abismo. Yo te elevo hasta mí, no por necesitarte, sino que únicamente por misericordia te hago el don de la gracia de la unión conmigo. Di a las almas que ellas en su corazón no pongan obstáculo a mi misericordia, que desea actuar en ellas. Mi misericordia está a la obra en todos los corazones que le abren la puerta. Tanto el pecador como el justo tienen necesidad de mi misericordia. La conversión como la perseverancia son gracias de mi misericordia. Qué las almas que tienden a la perfección veneren particularmente mi misericordia, ya que la abundancia de la gracia fluye de mi misericordia. Qué esas almas se distingan por una ilimitada confianza en mi misericordia. Me ocupo yo mismo de la santificación de esas almas, les procuro todo lo necesario para su santidad. Las gracias de mi misericordia se obtienen con la ayuda de un único medio: la confianza. Cuanto más grande es su confianza, más recibe el alma. La almas de confianza ilimitadas son una alegría, ya que verso en ellas el entero tesoro de mis gracias. Me alegro que pidan mucho ya que mi deseo es dar mucho, abundantemente. En cambio, me entristezco si las almas piden poco, si cierran su corazón.
Santa Faustina Kowalska (1905-1938)
religiosa