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Giuditta Adelaide Agata Vannini nació en Roma el 7 de julio de 1859.
Entre las edades de cuatro y siete años, quedaron huérfanos: por esta razón, hasta la edad de veintiún años, fue alojada en el Conservatorio Torlonia, un orfanato dirigido por las Hijas de la Caridad de San Vincenzo.
El 17 de diciembre de 1891, al final de un retiro espiritual, le confesó al predicador, el Padre Luigi Tezza, de la Orden de Ministros de los Enfermos (beatificado el 4 de noviembre de 2001), y le contó sobre sus vicisitudes.
El 2 de febrero de 1892, con dos compañeros, recibió el escapulario carmelita con la cruz roja de San Camilo y el 19 de marzo siguiente vistió el hábito religioso, cambiando su nombre a Hermana Maria Giuseppina.
En los siguientes diecinueve años,sigue la expansión del instituto en Italia, Francia, Bélgica y América del Sur. Murió en Roma el 23 de febrero de 1911.
Fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994; su memoria litúrgica cae precisamente el 16 de octubre.
El 13 de octubre de 2019, fue canonizada por el Papa Francisco. Los restos mortales de la fundadora de las Hijas de San Camilo son venerados en la capilla del Generalato, en Grottaferrata, Via Anagnina 18.
Las Hijas de San Camilo obtuvieron el decreto pontificio de alabanza el 25 de febrero de 1922 y, el 17 de junio de 1931, la aprobación definitiva de la Santa Sede. Hoy hay alrededor de ochocientas hermanas profesas y están presentes en veintidós países en cuatro continentes.
Al principio, siguiendo el carisma de San Camilo vivido por sus fundadores, se dedican a ayudar tanto profesional como espiritualmente, en hospitales, leprosarios, casas de reposo y hogares de ancianos. También dirigen escuelas de enfermería. Sobre todo, continúan profesando, además de los tres votos religiosos y en pleno estilo camiliano, el de nunca dejar a los enfermos, ni siquiera a los infecciosos.
Santa Mildburga, abadesa
En Wenlock, en Inglaterra, santa Mildburga, virgen, de la familia real de Mercia, que fue abadesa de este monasterio.
Santa Milburga, que era la hermana mayor de santa Mildreda [no incluida en el MR actual], fundó el convento de Wenlock, en Shropshire, cuyo nombre actual es Much Wenlock. Su padre y su tío Wulferio, rey de Mercia, la ayudaron mucho en la empresa y dotaron la fundación. El arzobispo san Teodoro la nombró abadesa del convento que floreció como un paraíso bajo su gobierno. Santa Milburga era extraordinariamente humilde; pero cuanto más se humillaba, más la exaltaba la gracia de Dios. Había recibido del cielo el don de curar a los enfermos y se cuenta que restituyó la vista a algunos ciegos. Con sus fervorosas exhortaciones convirtió a numerosos pecadores.
Se han conservado muchos incidentes maravillosos de la vida de la santa. Por ejemplo, se dice que una noche permaneció tanto tiempo en oración, que se quedó dormida y no se despertó sino hasta la salida del sol; como se vistiera apresuradamente, se le desprendió el velo de la cabeza, pero un rayo de sol lo sostuvo en el aire hasta que la santa lo recogió. En otra ocasión, una viuda le llevó el cadáver de su hijito para que lo resucitara; Milburga reprendió a la mujer, pero ésta se negó a partir. Entonces la santa se tendió por tierra a orar e inmediatamente se vio rodeada por un fuego celestial. Una de las religiosas, que entró en aquel momento, gritó alarmada, creyendo que se trataba de un incendio; pero el fuego desapareció en el mismo instante y la santa depositó en brazos de la viuda al niño resucitado. Después de una vida de santidad y milagros, Santa Milburga sufrió una larga y penosa enfermedad que soportó con gran serenidad. Sus últimas palabras fueron: «Bienaventurados los limpios de corazón; bienaventurados los pacificadores».
Su tumba fue muy venerada; pero los daneses destruyeron la abadía, y la santa cayó en el olvido, hasta la época de la conquista normanda, cuando los clunianenses construyeron un nuevo monasterio en el mismo sitio. En el curso de la construcción, dos niños que estaban ahí jugando cayeron en un agujero; los monjes excavaron un poco y descubrieron los restos de santa Milburga. Las hermosas ruinas de Much Wenlock son las del segundo monasterio. El pueblo atribuyó a santa Milburga un poder especial sobre los pájaros y empezó a invocarla como protectora contra los daños que éstos causaban en los sembrados. La diócesis de Shrewsbury celebra todavía la fiesta de la santa. Lo único que sabemos sobre otra de sus hermanas, santa Midgita [tampoco incluida en el MR actual], es que fue también religiosa y que «en su tumba se realizaron frecuentes milagros».
Juan de Tynenouth, Capgrave, Guillermo de Malmesbury y Guillermo Thorn. Ver Acta Sanctorum, febrero, vol. III; y Stanton, Menology, pp. 81-82.