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El Obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, que abandonó la diócesis española en 1991 con permiso de San Juan Pablo II para ser misionero en Bolivia, ha fallecido este miércoles en el país andino.
Nacido en 1935 en Mansilla del Páramo, (León, España), se incorporó a la Orden de San Agustín siendo un adolescente. A los 18 años realizó sus primeros votos, tras cursar sus estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote en 1959.
En septiembre de 2024, Mons. Castellanos rememoraba el día en que hizo sus primeros votos temporales 71 años atrás, en el día de San Nicolás de Tolentino, también agustino: “Nunca me arrepentí. Ha sido un regalo que resumo en tres palabras: Dios, los amigos, los pobres”.
Fue elegido provincial de los agustinos en 1973 y cinco años después se conoció su nombramiento como Obispo de Palencia. En septiembre de 1978 recibió la ordenación episcopal de manos del nuncio apostólico Mons. Luigi Dadaglio en la Catedral de Palencia.
En la Conferencia Episcopal Española fue miembro de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades (1981-1990) y de la Comisión Episcopal de Pastoral (1984-1987). También perteneció a la Comisión Episcopal de Límites de 1987 hasta 1991.
En 1991 presentó su renuncia al ejercicio del episcopado al Papa Juan Pablo II, que fue aceptada el 4 de septiembre.
En conversación con ACI Prensa en octubre de 2023, Mons. Castellanos explicó que “ser misionero forma parte de la vocación del bautizado” y que sentía esa vocación desde antes de recibir la consagración episcopal. “Como obispo sentí la llamada de Dios de poner en práctica lo que había predicado toda la vida. Es decir, la opción por los pobres”, argumentó.
Así, inició una labor misionera en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), un país del que se había enamorado tras acudir a dar varias charlas por invitación de los agustinos holandeses presentes en el país.
Aunque entre sus intenciones iniciales no estaba la de construir iglesias, los primeros acercamientos a las comunidades locales reordenaron sus preferencias en la misión: “Primera necesidad del barrio, templo. Segunda necesidad del barrio, templo. Tercera, templo”. Cuando preguntó por las razones de tanta insistencia, le respondieron: “Porque hay que estar bien con Diosito”, expuso a ACI Prensa.
En Bolivia inició el proyecto Fraternidad Hombres Nuevos, hoy transformada en una fundación con 25 años de recorrido dedicada a mejorar las condiciones de los habitantes de barriadas humildes, con especial atención hacia los niños.
En 1998 su labor fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, concedido junto a Vicente Ferrer, Joaquín Sanz Gadea y Muhammad Yunus.