
El número de muertos por el terremoto que devastó el país el 28 de marzo ha ascendido a más de 3.300. La ONU ha lanzado un nuevo llamamiento para que se ponga fin a todas las operaciones militares en la actual guerra civil entre el ejército y las milicias étnicas. Pero los grupos de oposición dicen que las incursiones de la junta militar que gobierna Naypyidaw en algunas zonas de desastre han dejado al menos 68 personas muertas.
Vatican News
Una semana después del terremoto que devastó el centro de Myanmar, la emergencia humanitaria está empeorando, con el número de muertos superando los 3.300 y los 5.000 heridos. Cientos de personas siguen desaparecidas, mientras que los equipos de rescate han recuperado más cadáveres de las ruinas de los edificios derrumbados en las últimas horas. El jefe de las operaciones humanitarias de Naciones Unidas, Tom Fletcher, llegó ayer al país del sudeste asiático en un intento de estimular las intervenciones de emergencia, en el contexto de una nación desgarrada por una cruenta guerra civil entre el ejército y las milicias étnicas, que incluso antes del terremoto contaba con más de 3 millones de desplazados y casi 20 millones de personas necesitadas de ayuda.
“Muchos lo han perdido todo, pero siguen ayudando a los supervivientes”, dijo Fletcher, quien visitó Mandalay, una de las zonas más afectadas, y publicó fotos en sus redes sociales de grupos de personas participando en las labores de socorro con “coraje, habilidad y determinación”. Poco antes, el Secretario General de la ONU, António Guterres, había pedido una vez más el acceso sin trabas a los suministros de socorro.
Incursiones con víctimas en zonas de desastre
El ejército birmano y varios grupos armados han declarado un alto el fuego hasta el 22 de abril, para facilitar la respuesta humanitaria, pero la propia ONU ha denunciado violaciones por parte de las fuerzas armadas de Naypyidaw, con decenas de bombardeos sobre las zonas afectadas por el terremoto. Según un informe facilitado por grupos opositores, los ataques han causado al menos 68 muertos tras el terremoto del 28 de marzo.
El llamamiento de la ONU
“Hago un llamamiento para que se detengan todas las operaciones militares y para que la atención se centre en prestar asistencia a los afectados por el terremoto”, dijo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk. «Espero que esta terrible tragedia pueda ser un punto de inflexión para el país hacia una solución política inclusiva», añadió Türk, justo cuando el jefe de la junta militar que llegó al poder mediante un golpe de Estado en 2021, el general Min Aung Hlaing, regresaba a Naypyidaw tras un viaje sin precedentes al extranjero para asistir a una cumbre regional en Bangkok. Allí se reunió por separado con los líderes de Tailandia, Nepal, Bután, Sri Lanka e India. Según los medios estatales birmanos, Min Aung Hlaing reiteró la intención de la junta de celebrar elecciones a finales de año, junto con el primer ministro de Nueva Delhi, Narendra Modi, sobre las cuales los observadores internacionales ya habían expresado dudas en las últimas semanas sobre si se celebrarían de forma «libre y justa».
La minoría rohingya
En este contexto, las autoridades de Myanmar han autorizado el regreso de 180.000 de los aproximadamente 800.000 refugiados de la minoría étnica musulmana rohingya que se han refugiado en Bangladesh en los últimos años debido a la reiterada violencia del ejército birmano. Dacca y Naipyidó ya habían intentado repatriar a los rohingya en 2018 y 2019, pero la operación fracasó, también por el temor de los refugiados a ser perseguidos nuevamente una vez que regresaran a Myanmar. En los últimos meses se han desbloqueado las negociaciones, con la mediación de Tailandia.