Evangelio según San Mateo 11,25-27.
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
“Nadie conoce al Padre sino el Hijo y al que el Hijo se lo quiere revelar”
El Padre es aquel de quien procede todo, en quien existe todo. El mismo, por Cristo y en Cristo, es el origen de todo. Además, tiene su ser en si mismo, no lo recibe de otro… Es infinito porque no está en algún lugar sino en todas partes y todo está en él… Existiendo antes del tiempo, éste procede de él. Que tu pensamiento se dirija a él si piensas tocar a sus límites…Lo encontrarás siempre porque cuando tu avanzas sin cesar hacia él, la meta a la que te diriges se aleja cada vez más… Esta es la verdad del misterio de Dios, ésta es la expresión de la naturaleza impenetrable del Padre… Para expresarlo, la palabra tiene que cesar, el pensamiento quedar quieto, y para aprehenderlo, la inteligencia se encuentra limitada.







San Hilario (c. 315-367) obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia