
Antiguos documentos atestiguan el martirio del obispo Hilario y del diácono Taziano el 16 de marzo de 284. Sus reliquias, guardadas primero en Aquileia, se trasladaron a Grado por temor a los Longobardos. Se les dedicó una iglesia, luego catedral, en la ciudad de Gorizia de la que son patronos.