Por Humberto Fernández
Vivimos en una época marcada por la desconexión emocional. Pese a estar más conectados que nunca en un sentido tecnológico, la empatía —la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus emociones— parece estar en crisis. Las redes sociales, los conflictos y el ritmo de vida acelerado pueden estar desensibilizándonos, alejándonos de la verdadera compasión hacia los demás.
El valor de la empatía desde la fe.
La empatía, lejos de ser un concepto moderno, ha sido un valor fundamental promovido en la Biblia desde tiempos inmemoriales. Encontramos en Filipenses 2:4: «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.» Este versículo nos invita a no ser egoístas y pensar más allá de nuestros intereses personales, algo fundamental para cultivar la empatía.
Otro pasaje que ilumina esta reflexión es Colosenses 3:12, donde se nos exhorta a «vestirnos de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia». Este llamado a la misericordia y a la compasión hacia los demás no solo debe resonar en tiempos de crisis, sino ser una práctica diaria.
Causas de la disminución de la empatía
La desconexión emocional en nuestra sociedad se debe a una serie de factores. Entre ellos, destacan:
- La sobreexposición a la información: Hoy en día, estamos constantemente expuestos a imágenes de violencia, tragedias y problemas globales a través de los medios y redes sociales. Este flujo constante de malas noticias puede llevar a la desensibilización.
- El individualismo: En la sociedad moderna, el valor de la autosuficiencia y el éxito individual se ha sobrepuesto al bien común. La empatía requiere que pongamos a otros en el centro, pero las dinámicas actuales nos motivan a pensar solo en nosotros mismos.
- La falta de contacto personal: Las interacciones digitales, aunque cómodas, limitan la conexión humana genuina. Es más fácil deshumanizar y juzgar a alguien cuando se observa desde una pantalla que cuando se comparte en persona.
¿Cómo recuperar la empatía?
Recuperar la empatía es esencial para vivir en una sociedad más justa y amorosa. Estos pasos pueden ayudarnos en el proceso:
- Escuchar más y hablar menos: La empatía comienza al escuchar sin juzgar. Esto nos permite entender verdaderamente lo que otros sienten y piensan.
- Practicar la gratitud y la humildad: Reconocer que cada uno enfrenta luchas diferentes y ser agradecidos por lo que tenemos puede abrirnos a una comprensión más profunda de las circunstancias de los demás. Romanos 12:15 nos invita a “gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran”, recordándonos que la verdadera empatía implica compartir tanto en alegrías como en tristezas.
- Fortalecer los vínculos familiares y comunitarios: Los círculos cercanos son el primer espacio para cultivar la empatía. Brindar tiempo de calidad y fomentar el respeto mutuo son prácticas necesarias.
- Invertir en actividades de voluntariado: El servicio desinteresado nos permite experimentar en primera persona los desafíos que otros atraviesan. Tal experiencia fomenta una compasión sincera y un compromiso con el bienestar de los demás.
- Ser modelos de empatía para los demás: Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de reflejar empatía en nuestras interacciones cotidianas, contribuyendo así a un cambio gradual en la sociedad.
Un futuro basado en el amor y la compasión
La empatía es el cimiento de una sociedad en la que todos pueden prosperar. Como expresa Efesios 4:32: «Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros.» Este llamado a la bondad y al perdón es un recordatorio de que, en un mundo lleno de diferencias, solo con empatía y compasión podremos construir un futuro más armonioso.
La invitación es clara: hagamos de la empatía un pilar en nuestras vidas y, con la ayuda de Dios, trabajemos para restablecer los lazos de compasión que una vez fueron más sólidos. Que el amor y la misericordia hacia los demás guíen nuestras acciones diarias y transformen el mundo que habitamos.